martes, 29 de diciembre de 2009

Perlas de la "historiografía"

Decía O.Wilde que la historia nunca se repite a sí misma, que los historiadores se repiten entre ellos. Hay una amplia diferencia, apuntaba el irlandés.

Uno de los mitos más extendidos entre los historiadores-pop (término influenciado por los trabajos de Marc Delcan) es el de la supremacía militar de las democracias occidentales sobre los régimenes autoritarios. Esta disociación es heredera en última instancia del legado de Heródoto griegos-bárbaros y se ha practicado de forma continuada en forma de diálogo autoreferente constante desde la comparación con las sociedades fetiche de Atenas y Espartana.



El historiador norteamericano Stephen E. Ambrose (1936 -2002) es uno de los historiadores más vendidos. En su haber se cuenta desde biografías sobre Eisenhower y Nixon hasta monográficos sobre uno de los mitos militares de los EE.UU., el desembarco de normandía. No entraremos en la controversia sobre las fuentes orales ni sobre los escándalos sobre el plagio que tan bien siguió la revista Forbes. Pasaremos directamente a uno de los análisis sobre el conflicto militar que introduce en quizás sea su bestseller más conocido:

Los estadounidenses establecieron una superioridad moral sobre los alemanes. Se basaba no en el equipamiento o la cantidad de armas, sino en el trabajo en equipo, la coordinación, el liderazgo y la confianza mutua [...]. Los alemanes carecían de esas cualidades. La Superioridad moral estaba basada en mejores métodos para las posiciones de mando y, en última instancia, en un ejército más abierto que reflejaba una sociedad más abierta. La democracia mostró ser más capaz que la Alemania nazi de producir jóvenes que se convertirían en unos excelentes soldados.

Ambroce, Hermanos de Sangre, 2008, p. 21

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